DOMINGO CARATOZZOLO
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La Pareja Violenta.
Del amor y la pasión.

El enamoramiento, pasión amorosa en que se revive la fusión propia de los primeros momentos de la vida derriba los límites, aseverando que yo y tú son uno. Esta irresistible y desmesurada atracción por el otro constituye una repetición del vínculo originario del niño y la madre. Así, el objeto de la pasión pasa a convertirse en único, irremplazable y necesario para la subsistencia, pues madre hay una sola; en la pérdida del objeto va la vida del sujeto.
"No puedo vivir sin ella", "con todo lo que le doy no necesita nada más", "preferiría morir antes de perderlo", "vivo para él", frases que remiten al empeño a muerte por alcanzar el goce absoluto de la posesión del otro.
La mayor parte de las veces el enamoramiento da paso al amor, sentimiento más tibio. En las parejas violentas la pasión de los enamorados en lugar de enfriarse es recalentada. Como una caldera sin válvulas, sujeta a temperaturas cada vez más elevadas, termina estallando en un fragor infernal; así viven y así pueden destruírse las parejas violentas.
La pasión incluye el sufrimiento y el dolor y un anhelo inconmensurable a desear siempre más del otro, siempre más de lo que dá y está dispuesto a dar. Relación de una exaltación tal, de una fuerza y perentoriedad, de una intensidad que no puede ser igualada por un amor tranquilo y estable. Estilo turbulento de la pasión en el cual la lucha, el drama y el dolor realimentan la ilusión de que ese es el verdadero amor.
Ser todo para el otro, cerrar las ventanas al mundo, convertirse y convertir al otro en parte de uno mismo, es buscar hacia adelante la unidad que ha quedado atrás; en fin, el deseo de regresar en lugar de disponerse a avanzar en la fascinante aventura de la vida.