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LUDWIG FEUERBACH
(1804-1872)


Pocos pensadores han gravitado tan poderosamente en la juventud de su época. Nace el 28 de julio de 1804 en Sandshut (Baviera). Finalizados sus estudios secundarios e inclinado hacia el estudio de la religión, se trasladó en 1822 a Heidelberg (Baden) en cuya universidad sigue los cursos de teología, pasando luego a Berlín (Prusia) donde la influencia ejercida por Hegel cambia su primera vocación para orientarlo hacia la filosofía cuyo doctorado obtiene en 1828 en la universidad de Erlangen (Baviera).

Su tesis "de la razón única, universal e infinita" destaca su nombre como el de un pensador profundo, mereciendo juicios tan halagadores que al doctorarse ingresa en esa universidad como docente libre. Sea por carecer de dotes oratorias y pedagógicas, sea por el alboroto provocado por sus ideas -como se afirma generalmente-, o quizás por el marcado divorcio que su evolución acusa, a partir de 1813 con la filosofía hegeliana, lo cierto es que Feuerbach decide abandonar su fugaz actuación docente y retirarse, desde el año 1836, en el castillo de Bruckberg en Ansbach (Baviera), concentrando su actividad en la redacción de sus ideas.

Autor de numerosas obras, recordaremos: "Historia de la filosofía moderna, de Bacon a Spinoza" (1833), "Pedro Bayle" (1838), "Pensamientos sobre la muerte y la inmortalidad del alma" (1832), "Crítica de la filosofía de Hegel" (1839), "La filosofía y el cristianismo" (1839), "Esencia del cristianismo" (1841), "Filosofía del porvenir" (1841), "Esencia de la religión" (1845), etcétera.

Los acontecimientos políticos ocurridos en 1848 sacaron a Feuerbach de su aislamiento para llevarlo a la universidad de Heidelberg donde dicta su famoso curso sobre "Esencia de la religión" que suscitara extraordinario interés. Feuerbach, tras su divorcio con el pensar Hegeliano apunta hacia una nueva concepción filosófica cuyo fundamento finca en el hombre y la naturaleza.

Concreta la mutación de su pensar cuando escribe: "Mi primer pensamiento fue Dios, mi segundo la razón, mi tercero el hombre". Estas palabras pueden servir de fórmula para caracterizar su evolución filosófica. El tercer pensamiento es el más importante de su obra y el que ejerció mayor influencia. La teología y aún la propia filosofía, deben convertirse en <antropología>, en ciencia del hombre, única capaz de aclarar los <misterios> teológicos y probar que se trata de "creencias en fantasmas".

El principio de la filosofía no es Dios ni lo Absoluto, ni el ser como predicado de lo absoluto o la Idea. La verdadera filosofía es la que se ocupa del hombre como realidad absoluta.

Feuerbach consideró necesario desenmascarar la teología especulativa de Hegel. Denuncia la supuesta objetivación del espíritu por medio de la religión. La tesis hegeliana de la producción del mundo es invertida por Feuerbach, para quien la naturaleza es la realidad primaria y lo espiritual su más elevada manifestación: el espíritu es el valor superior.

El hombre crea a sus dioses a su imagen y semejanza, los crea de acuerdo con sus necesidades, deseos y angustias. Desde este punto de vista debe ser comprendida la religión. La crítica de la religión, el estudio psicológico e histórico del origen de las religiones, permite al hombre ser consciente de sus limitaciones por estar incluido en la Naturaleza, pero también le da poder para liberarse de lo Trascendente: "La existencia, la vida es el bien supremo, la suprema Naturaleza, el Dios primigenio del hombre".

Su filosofía, especialmente crítica de la religión y su culto a la humanidad alcanzaron una gran difusión. Los hegelianos de izquierda, entre ellos Engels y Marx, en sus primeros tiempos adhirieron con entusiasmo a esta nueva concepción.

Engels en su libro "Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana", señala que: "Cuando apareció la esencia del cristianismo", se restauró, sin más ambages, el materialismo. Así, la naturaleza existe independientemente de toda filosofía, es la base sobre la que crecieron y se desarrollaron los hombres, que son también, de suyo, productos de la naturaleza; fuera de la naturaleza y de los hombres, no existe nada, y los seres superiores que nuestra imaginación religiosa han forjado no son más que otros tantos reflejos fantásticos de nuestro propio ser. El maleficio quedaba roto; el sistema saltaba hecho añicos y se dejaba de lado. Sólo habiendo vivido la acción liberadora de este libro, podría uno formarse una idea de ello. El entusiasmo fue general: al punto todos nos convertimos en feuerbachianos". Según Engels, "La trayectoria de Feuerbach es la de un hegeliano que marcha hacia el materialismo, trayectoria que al llegar a una determinada fase, supone una ruptura total con el sistema idealista de su predecesor. Por fin, lo gana con fuerza irresistible la convicción de que la existencia de la <Idea absoluta> anterior al mundo, que preconiza Hegel, la <preexistencia de las categorías lógicas> antes que hubiese un mundo, no es más que un residuo fantástico de la fe en un creador ultramundano; que el mundo material y perceptible por los sentidos, del que formamos parte también los hombres, es lo único real y que nuestra conciencia y nuestro pensamiento, por muy supersensibles que parezcan son el producto de un órgano material, físico: el cerebro. La materia no es un producto del espíritu, y el espíritu mismo no es más que el producto supremo de la materia. Esto es, naturalmente materialismo puro. Al llegar aquí, Feuerbach se atasca."

La crítica de Engels es que Feuerbach no tiene en cuenta que el hombre no vive solamente en la naturaleza: vive también en la sociedad humana, que al igual que la naturaleza posee un desarrollo, una evolución. Lograda con Feuerbach una base materialista, había que armonizar sobre ella la ciencia de la sociedad; es decir, él conjunto de las llamadas ciencias históricas y filosóficas. Pero esto no le fue dado hacer a Feuerbach.

Feuerbach deja de lado a Hegel, pero no tiene en cuenta el lado revolucionario de su teoría: "La gran idea cardinal de que el mundo no puede concebirse como un conjunto de cosas terminadas, sino como un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas, los conceptos, pasan por una serie ininterrumpida de cambios, por un proceso de génesis y caducidad, a través de los cuales, pese a todo su carácter fortuito y a todos los retrocesos momentáneos, se acaba imponiendo siempre una trayectoria progresiva; esta gran idea cardinal se halla ya tan arraigada, sobre todo desde Hegel, en la conciencia habitual que, expuesta así en términos generales, apenas encuentra oposición. Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra cosa es aplicarla a la realidad concreta en todos los campos sometidos a investigación. Si en nuestras investigaciones nos colocamos siempre en este punto de vista, daremos al traste de una vez para siempre con la exigencia de soluciones definitivas y verdades eternas; tendremos en todo momento la conciencia de que todos los conocimientos que obtengamos serán forzosamente limitados y se hallarán condicionados por las circunstancias en las cuales los obtuvimos."

Feuerbach rompe con el sistema idealista alemán, sienta las bases del materialismo y abrir el camino a los jóvenes hegelianos de izquierda entre quienes se encuentran Marx y Engels. Estos van a sustentar el materialismo de Feuerbach, pero rescatan de Hegel, el maestro común, su dialéctica. Dialéctica que van a aplicar a la naturaleza y a la historia, dialéctica que concibe a ambas en constante movimiento y proceso.


"La esencia del cristianismo" de 1841 y "La esencia de la religión" de 1845, libros que leí siendo muy joven, mucho antes de comenzar mis estudios de psicología, me impresionaron vivamente por la disección meticulosa del fenómeno religioso, en una época en la cual participaba de un ateísmo militante. Iniciados mis estudios de psicología y durante mis largos años dedicados a la práctica del psicoanálisis, no he dejado de pensar que en los escritos del filósofo alemán ya estaban sentadas muchas de las adquisiciones teóricas del psicoanálisis. Feuerbach se adelantó medio siglo a la investigación psicoanalítica y estas obras constituyen una avanzada en el campo del psicoanálisis aplicado a la religión.

La necesidad de un orden expositivo de los conceptos desarrollados por Feuerbach me condujo a organizar esta temática de manera que posibilite una lectura cómoda. Conociendo la relación recíproca de las ideas en psicoanálisis y la complejidad que ellas adquieren en el entramado teórico, he preferido ser irrespetuoso y recortar algunos conceptos para lograr una exposición simple y clara de las postulaciones del filósofo alemán que pasaron inadvertidas para el mundo psicoanalítico, pero que constituyen una verdadera avanzada de la teoría y práctica del psicoanálisis

Feuerbach concibe un inconsciente dinámico, con desplazamiento de cargas, elabora conceptos tales como narcisismo y omnipotencia. Habla de procesos inconscientes como los mecanismos de disociación, negación, identificación proyectiva e introyectiva. Desarrolla la formación del yo ideal e ideal del yo; esboza la existencia de la bisexualidad originaria del ser humano; señala que el amor del adulto es un desplazamiento del primer amor a la madre; en fin, en 1841 desarrolla la concepción lacaniana de la constitución del yo a través de la imagen especular.

Arbitrariamente he dividido este trabajo, para organizarlo, en puntos tales como: idea de del yo-yo ideal; la negación; identificación proyectiva e introyectiva; la disociación; omnipotencia; el narcisismo y otro conceptos.


Ideal del yo-yo ideal

Freud expresa en su correspondencia con Lou Andreas Salomé: "El hombre se ha mostrado incapaz de renunciar a la satisfacción de que gozó una vez". "No quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia y procura recobrarla en la nueva forma del ideal del yo. Lo que el proyecta frente a sí como su ideal es el sustituto de su narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal."

Muchos años atrás Feuerbach desarrollaba así esta idea: "Dios es y tiene todo lo que el hombre es y tiene, pero lo tiene en una medida infinitamente aumentada." O: "Dios surge de la sensación de una deficiencia; lo que el hombre hecha de menos -ya sea en forma determinada y consciente, ya sea en forma inconsciente- eso es Dios."

La explicación de Feuerbach consiste en evidenciar la existencia de una tensión entre el sujeto y su Dios: "Los objetos de nuestras aspiraciones son el tipo ideal y el fin supremo de la vida. El Dios de un pueblo es el ideal de ese mismo pueblo y agente motor de su perfeccionamiento."

Para Feuerbach, "La idea del ser moralmente perfecto, no es de ninguna manera sólo una idea teórica, sino que a la vez es práctica, pues incita a la acción y a la imitación y me pone en tensión y contradicción conmigo mismo. Pues al decirme como debo ser me dice a la vez, sin ninguna clase de adulación, lo que no soy. Y esta discrepancia es en la religión tanto más penosa y tanto más terrible por cuanto opone al hombre su propio ser, como si fuera otro y además como si fuera un ser personal, como un ser que odia y maldice a los pecadores excluyéndolos de su gracia y de la fuente de toda salvación y felicidad." "Dios en su calidad de ser perfectamente moral, no es otra cosa que la idea realizada y la ley personificada de la moral, es la esencia moral absoluta del hombre."

El análisis de Feuerbach está centrado en el fenómeno religioso, lo que yo denomino un logrado psicoanálisis de la religión. Por lo tanto, las citas que he utilizado para referirme al ideal del yo o superyo, tiene a Dios como protagonista sustitutivo de la figura parental. Mes siento ampliamente justificado por Freud, quien en "El yo y el ello" manifiesta al referirse al superyo: "Como formación sustitutiva de la añoranza del padre, contiene el germen a partir del cual se formaron todas las religiones. El juicio acerca de la propia insuficiencia en la comparación de el yo con su ideal da por resultado el sentir religioso de la humillación, que el creciente invoca en su añoranza." O esta otra que apunta en la misma dirección: "La religión, la moral, el sentimiento social forman la esencia más elevada de ser humano y se adquirieron a favor del complejo paterno."

Podemos finalizar estas reflexiones sobre el superyo con una cita de Feuerbach: "De este modo la religión en forma inconsciente pone todo en la idea de Dios, lo que ella conscientemente niega." "En una palabra, el hombre frente a Dios, niega su saber y su pensamiento para colocar éste, su saber y su pensamiento en Dios. El hombre renuncia a su persona y, en cambio, le es Dios el ser Omnipotente, ilimitado."


La negación

Feuerbach nos explica que cuanto más humana es la esencia de Dios, tanto más grande es su diferencia con el hombre. Cuanto más se niega la identidad, o sea la unidad del ser humano y divino, tanto más es rebajado lo humano en la conciencia del hombre: "El hombre afirma en Dios lo que en sí mismo niega."

"De este modo, -dice Feuerbach- la religión en forma inconsciente pone todo en la idea de Dios: lo que ella conscientemente niega, siempre que aquello que niega sea algo esencial, algo verdadero, algo que no puede negarse. De esta forma el hombre niega en la religión su inteligencia: él por sí mismo no sabe nada de Dios, sus ideas son solamente mundanas y terrestres; sólo puede creer lo que Dios le revela. Pero en cambio, los pensamientos de Dios son ideas humanas, ideas terrestres; el idea planes, al igual que un hombre se amolda a las circunstancias y a las fuerzas intelectuales del hombre, al igual que un maestro se adapta a la inteligencia de sus alumnos; él calcula exactamente el efecto de sus dones y revelaciones; él observa al hombre en todo lo que hace, sabe todo, también lo más vil, lo más detestable y lo más humano. En una palabra, el hombre, frente a Dios, niega su saber y su pensamiento para colocar este, su saber y su pensamiento en Dios. El hombre renuncia a su persona y, en cambio, le es Dios el ser omnipotente, ilimitado, un Ser personal. El niega el honor humano y el yo humano."

Aquí Feuerbach explícita que la religión o el hombre religioso, en forma inconsciente pone, proyecta en la idea de Dios aquello que niega en el hombre. Así tenemos en juego los conceptos de consciente-inconsciente, de disociación, de negación, identificación proyectiva e idealización.


Identificación proyectiva

Tomemos una cita que constituye una síntesis muy bien lograda de los conceptos que venimos trabajando: "Puesto que no fue Dios que creo al hombre a su imagen y semejanza, sino que fue el hombre quien se forjó su Dios a la medida de sí mismo." La creación de Dios por obra del hombre es negada de forma consciente por el sujeto humano creyente, lo cual implica que existe otra estructura diferente de lo consciente de la cual Dios es su producto. Esto nos lleva inevitablemente a comprobar que el concepto de inconsciente está plenamente incorporado en el cuerpo teórico de Feuerbach, inconsciente dinámico, pues estamos hablando de negación de la realidad psíquica, de disociación y de identificación proyectiva e introyectiva.

Así, confirmamos que Feuerbach, sin saberlo, está realizando un análisis del objeto religioso que hoy podríamos definir como psicoanálisis aplicado al estudio del fenómeno religioso. Adelantándose en más de medio siglo a Freud, Feuerbach sienta las bases fundamentales del psicoanálisis desde su territorio que es la filosofía, mientras que Freud lo hará más adelante Freud desde la clínica.

Si hemos visto que el Dios cristiano es un sujeto antropomorfo y que este antropomorfismo de Dios es una resultante de la investidura que le brinda la criatura humana, podemos pensar con Feuerbach que: "El hombre -este es el secreto de la religión- objetiva su ser y, en consecuencia, se convierte en el objeto de este ser objetivado, transformado en un sujeto y, respectivamente, en una persona."

Desde el psicoanálisis, llamamos proyección a esta objetivación, a esta ubicación en otro de aspectos personales. Y podemos comprobar que Feuerbach realiza una descripción detallada, prolija y exhaustiva de este mecanismo que Freud mucho más tarde y aparentemente sin el conocimiento de los avances de Feuerbach, redescubrirá para incorporarlo definitivamente a la teoría psicoanalítica.

"Cuanto más subjetivo y más humano es Dios, tanto más el hombre se despoja de su subjetividad, de su humanidad" manifiesta Feuerbach. ¿No está hablando de la identificación proyectiva?

"Así como la actividad arterial lleva la sangre hacia todos lados en el cuerpo y la actividad de las venas la conduce nuevamente al corazón, a sí como la vida en general consiste en una continua sístole y diástole, así también la religión. En la sístole religiosa el hombre se despoja de su propia esencia, se rechaza y se condena a sí mismo. En la diástole religiosa recibe nuevamente al ser rechazado en su corazón. El desarrollo arriba indicado de la religión consiste, si se le considera más de cerca, en que el hombre quita a Dios cada vez más para apropiárselo." De esta manera expone claramente, utilizando la metáfora de los movimientos de sístole y diástole, lo que posteriormente los psicoanalistas describimos como la dinámica de los procesos de identificación proyectiva e identificación introyectiva.

Si nos quedara alguna duda, mencionaremos otras explicitaciones de su pensamiento: "Vale por lo tanto aquí sin restricción alguna, la tesis que afirma: el objeto del hombre no es otra cosa que su esencia objetivada. Así como el hombre piensa, así como el siente, así es su Dios; este es el valor que tiene el hombre y este es el valor que tiene su Dios. La conciencia de Dios es la conciencia que tiene el hombre de sí mismo, el conocimiento de Dios es el conocimiento que tiene el hombre de sí mismo. Conoces al hombre por su Dios, y viceversa, por su Dios conoces al hombre: ambas cosas son idénticas."

En otro lugar del texto encontramos explicaciones similares: "La personalidad del Dios es, por lo tanto, el medio por el cual el hombre convierte las determinaciones e imaginaciones de su propia esencia, en determinaciones e imaginaciones de otra esencia, de un ser que está fuera de él. La personalidad de Dios no es otra cosa que la personalidad del hombre objetivada."

Feuerbach no se contenta con exponer los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva, sino que se preocupa por estudiar las consecuencias de estos mecanismos. Explica que frente a una proyección identificativa masiva nos encontraremos con la consecuencia inevitable en este tipo de proyección: el empobrecimiento del yo; así lo relata: "Para enriquecer a Dios el hombre debe empobrecerse; para qué Dios sea todo, el hombre ha de ser una nada. Pero tampoco necesita ser algo para sí mismo porque todo lo que él le adjudica no va perdido para Dios, sino que queda conservado en él. El hombre tiene su esencia en Dios ¿cómo podría tenerla en sí y para sí mismo? ¿Por qué sería necesario poseer o tener dos veces la misma cosa? Lo que el hombre se quita, lo que él no tiene en sí, lo disfruta de un modo incomparablemente más alto y más amplio en Dios."

Ahora bien, Dios recibe del hombre sus predicados; pero estos predicados antropomórficos, esta proyección de características humanas llevan el sello de la idealización y de la omnipotencia a la que el hombre tiene que renunciar por el principio de realidad. Es así que dice: "En el sentido original de la religión hay entre Dios y el hombre, por un lado, sólo una diferencia de existencia, en cuanto Dios se enfrenta al hombre como un ser independiente; por otro lado sólo hay una diferencia cuantitativa, es decir, una diferencia según la fantasía, porque la diferencia de la fantasía es solamente cuantitativa. La infinidad de Dios en la religión es una infinidad cuantitativa; Dios es y tiene todo lo que el hombre es y tiene; pero lo tiene en una medida infinitamente aumentada. Dios es la existencia eterna, es decir, la existencia en todos los tiempos; Dios es la existencia omnipresente." "Cuanto más vacía es esta vida, tanto más completo y exuberante es Dios. El despojo del mundo real y el enriquecimiento de la divinidad, constituyen un solo acto. Sólo el hombre pobre tiene un Dios rico, Dios surge de la sensación de una deficiencia; lo que el hombre hecha de menos -ya sea en forma determinada consciente, ya sea en forma inconsciente- eso es Dios."

En la cita que antecede, Feuerbach abunda en la idea de que la identificación proyectiva masiva implica un vaciamiento del self del sujeto y de una manera explícita indica la condición de inconsciente de este mecanismo. En otro lugar expresa: "Pero al reconocer lo bueno como determinación mía y como mi ley, lo reconozco conscientemente o inconscientemente como mi propio ser."

 

Disociación

Feuerbach nos explica la existencia de un dualismo en la figura de Dios, un Dios bueno y misericordioso que premia y un Dios malo que castiga. Como ha sido demostrado que el concepto de dios es un antropomorfismo, podemos atribuir estos aspectos buenos y malos de Dios a cualidades humanas. Dejemos esta explicación a cargo del pensador alemán: "Todas las religiones tuvieron sus espíritus malignos o dioses malvados. Sabido es que la religión de los persas es el más perfecto sistema de este dualismo, por cuanto opone a la cabeza de su teología dos divinidades que son recíprocamente enemigas: es decir, el principio bueno, Dios de la Luz, de la vida y de la alegría llamado Ormuz (Ahura Mazda), y Arimán, el Dios de las tinieblas, del mal y de los animales dañinos. También el cristianismo admite este dualismo oriental: dos dioses en perpetua lucha entre sí, Dios y el Diablo, y donde el mal no es explicado como un producto del Diablo, se dice que está generado por la cólera de Dios sin reflexionar en que Dios colérico es un Dios malo, no ya clemente."

"Los paganos creían en diferentes dioses y los cristianos atribuyen a un solo dios todas las cualidades heterogéneas, buenas y malas, de aquellos dioses." Este dualismo no implica otro concepto que aquel que los psicoanalistas designamos disociación; disociación entre aspectos bondadosos y aspectos malos, agresivos del self; disociación que, acompañada de identificaciones proyectivas, nos hace ver fuera nuestro lo que en realidad nos pertenece. Nos hace sentir como ajenos aspectos que son propios. Así investimos, ponemos, depositamos en Dios esos aspectos y luego los percibimos como pertenecientes a él. Entonces tenemos a Dios y al diablo, o un Dios padre protector y benefactor y un Dios padre cruel y sádico.

La consecuencia de la disociación entre los aspectos bondadosos y agresivos del self y la posterior proyección de uno de éstos o de ambos en Dios determinará la relación del hombre con él.

Feuerbach interpreta que "La religión es la desunión del hombre consigo mismo, porque ella considera a Dios como a un ser opuesto a él. Dios no es lo que es el hombre, -el hombre no es lo que es Dios- Dios es el ser infinito, el hombre el ser finito; Dios es perfecto, el hombre imperfecto; Dios es eterno, el hombre temporal; Dios es omnipotente, el hombre impotente; Dios es santo, el hombre pecaminoso. Dios y el hombre son dos extremos: Dios es lo absolutamente positivo, el contenido de todas las realidades; el hombre es sencillamente lo negativo, el concepto de la nada."

"Pero el hombre objetiva en la religión su propio ser secreto. Es por lo tanto necesario demostrar que esta oposición, esta discordia entre Dios y el hombre conque empieza la religión, es una discordia entre el hombre y su propio ser."

"La necesidad intrínseca de esta demostración, resulta ya del hecho de que si el Ser Divino, que es el objeto de la religión, fuera realmente otro que esencia del hombre, no podría surgir esa desunión, esa discordia. Si Dios es realmente otro ser ¿qué me importa su perfección? La desunión sólo tiene lugar entre seres que tienen diferencias el uno con el otro, pero que deberían y podrían formar una unidad y, en consecuencia, en realidad son una sola cosa."

Evidentemente, cuando Feuerbach expresa que Dios y hombre deberían formar una unidad, se está refiriendo a un proceso integrativo del self para subsanar el empobrecimiento originado por la disociación. Esta disociación también la desarrolla cuando se refiere a la oración: "La oración es la auto-división del hombre en dos seres -una conversación del hombre consigo mismo, con su corazón-" o cuando expresa: "El hombre es a la vez para sí mismo el yo y el tú; él puede colocarse en el lugar del otro."

Para completar esta revisión del concepto de disociación, voy a transcribir una frase con la que finalizar su obra "Esencia de la religión": "Corresponde, pues que el hombre crea que el porvenir de la humanidad depende del hombre; que el Diablo es la abstracción del hombre malo, supersticioso y bárbaro, y Dios la personificación del hombre bueno y virtuoso."

En 1913, setenta y dos años después que Feuerbach, Freud expresa en "Totem y tabú", en el apartado sobre "Animismo y magia": "Los espíritus y los demonios no son, como en otro lugar lo indicamos, sino las proyecciones de sus tendencias afectivas. El primitivo personifica estas tendencias y puebla el mundo con las encarnaciones así creadas. De este modo vuelve a hallar en el exterior sus propios procesos psíquicos."


Omnipotencia

La tendencia a participar de la omnipotencia del adulto una vez que se ha renunciado a la propia, provoca que toda muestra de amor por parte de éste, que es más poderoso, tenga el mismo efecto que antes tuvo para el lactante el suministro de leche. Podríamos pensar en un mecanismo regulador de la autoestima del niño; autoestima que se pierde cuando se le niega amor y que logra cuando recupera amor. Así, cuando el niño se siente amado por sus padres, puede participar de la omnipotencia de éstos (proyección de su propia omnipotencia infantil) para procurarse aquellos que desea del mundo externo.

Feuerbach, al igual que el psicoanálisis, explica el establecimiento de una relación de dependencia con la omnipotencia de Dios padre: "La expresión íntima de Dios en la oración es la palabra <padre>; es la íntima porque aquí el hombre considera el ser absoluto como si fuera él mismo; puesto que la palabra <padre> es la expresión de lo más íntimo, la expresión en que se encuentra directamente la seguridad del cumplimiento de mis deseos y la garantía de mi salvación." "La omnipotencia es la potencia frente a la cual no hay una ley, ninguna disposición de la naturaleza, ningún límite; pero precisamente esta potencia es el sentimiento que siente toda necesidad y toda ley como una barrera y por eso la suprime. La omnipotencia no es otra cosa sino ejecutar y realizar la voluntad íntima del sentimiento."

Feuerbach sostiene que para la fe nada es imposible y que la omnipotencia de la fe es la que realiza el milagro y el milagro se produce en oposición a los límites, es decir a las leyes de la naturaleza y de la razón. La fe libra los deseos del hombre de las restricciones, concede lo que deniega la inteligencia y la razón y por eso hace feliz al hombre, porque satisface sus deseos. Por eso, cuando preguntamos ¿qué es el milagro?, Feuerbach responde: "Es un deseo sobrenatural realizado, nada más."

"El milagro da de comer a los hambrientos, cura a los ciegos de nacimiento, a los sordos, cojos, etcétera, salva de peligros de vida, revive hasta a los muertos a pedido de sus parientes. Luego el milagro satisface deseos humanos, pero deseos que, a la vez, son deseos que exceden lo natural, que son sobrenaturales."

"Pero lo milagroso se diferencia del modo de satisfacer por vía natural y racional a los deseos y a las necesidades humanas, por cuanto satisface los deseos del hombre de un modo que sería ideal para todo el mundo. El deseo no se limita a ninguna barrera, a ninguna ley, a ningún tiempo; quiere ser cumplido sin demora e instantáneamente; y tan rápido como el deseo es también el milagro. La fuerza milagrosa obra instantáneamente, de un golpe, sin ninguna clase de impedimentos, realizando así los deseos humanos." "Su sentido es: un poder que hasta logra resucitar a un muerto, puede cumplir cualquier deseo humano." "El milagro, visto a la luz, no expresa otra cosa sino la fuerza prestidigitadora de la fantasía, que cumple, sin contradicción, todos los deseos del corazón."


Narcisismo

Bela Grunberger, en "Introducción al narcisismo" expresa que el feto conservará del modelo prenatal una impronta definitiva que proporciona la matriz en que se estructuran sus particularidades específicas, que toman más tarde la forma de estados y afectos como el sentimiento de unicidad, el amor propio, la megalomanía, la omnipotencia, la inmortalidad, la omniciencia, la invulnerabilidad, la autonomía, etcétera. Todas estas características, dice la autora, son al mismo tiempo atributos de la divinidad y podría decirse que si Dios formó al hombre a su imagen, el hombre creó a Dios a su imagen prenatal. Pues bien, esto mismo expresaba Feuerbach hace 150 años: "No podemos concebir a Dios de otra manera que atribuyéndole todo lo que encontramos de real en nosotros mismos, sin ninguna clase de límites. Nuestra cualidades positivas y esenciales, nuestras realidades son, por tanto, las realidades de Dios, pero en nosotros tiene límites, en Dios no."

O estas otras citas del filósofo alemán: "Puesto que no fue Dios que creo al hombre a su imagen y semejanza, sino que fue el hombre quien se forjó a su Dios a la medida de sí mismo." " La esencia divina no es otra cosa que la esencia humana, o, mejor dicho: la esencia del hombre sin límites individuales."

En otra página del libro de Bela Grunberger sobre narcisismo, leemos: "El borramiento del enamorado es un desvanecimiento ante su objeto que es su doble narcisístico y que él posee, por lo menos en lo imaginario, que es pues doblemente él mismo, un espejo. En este momento puede por cierto mostrarse pequeño para mejor hacer resurgir la valorización exaltada de su propia imagen".

Comparemos la cita anterior con otras de Feuerbach: "Los etíopes hacían imágenes negras de sus dioses, y los hombres de raza caucásica se lo representan con imágenes blancas; pero unas y otras son siempre imágenes humanas."

"Uno, en la encarnación, sólo contempla al Dios hecho hombre; por lo tanto dicha encarnación aparece como un acontecimiento sorprendente, inexplicable y maravilloso. Pero el Dios hecho hombre sólo es la aparición del hombre hecho Dios, por eso la condescendencia del Dios hacia el hombre preside necesariamente la elevación del hombre a Dios. El hombre ya existía en Dios, ya era Dios mismo antes de que Dios se convirtiera en un hombre, es decir, se manifestara como hombre."

Y para finalizar esta disgresión sobre Feuerbach y el concepto de narcisismo, una última cita: "Conoces al hombre por su Dios, y viceversa, por su Dios conoces al hombre: ambas cosas son idénticas."


Otros conceptos

En su estudio sobre la religión, Feuerbach toca de manera marginal conceptos que pueden ser objeto de nuestro interés en cuanto ellos han recibido una consideración central en la obra de Freud y más tarde en otros psicoanalistas.

Por ejemplo, acerca del rechazo por parte del niño a la relación sexual de los padres, Feuerbach refiere: "El hombre subjetivo hace de sus sentimientos el criterio de lo que debe ser. Lo que a él no le gusta, lo que ofende sus sentimientos sobre o contranaturales, no debe existir, y aunque aquello que le place a él, no puede existir sin aquello que le disgusta", "rechaza lo que le disgusta y retiene lo que le place. Así, por ejemplo, le gusta la virgen pura e Inmaculada: y también le gusta la madre, pero sólo le gusta la madre que se ha hecho madre de manera sobrenatural, que ya tiene el niño en sus brazos." "Es esta unión milagrosa que por cierto contradice a la naturaleza y a la inteligencia y en cambio agrada en forma inseparable al sentimiento de la fantasía", "esta unión de la virginidad y maternidad".

"La doctrina de la concepción y del nacimiento sobrenatural de Cristo, es una doctrina esencial del cristianismo y una doctrina que expresa su esencia íntima y dogmática que descansa en el mismo fundamento como todos los demás milagros y artículos de fe. Así como los cristianos se escandalizaban por el hecho de morir", "además se escandalizaban por los límites de la naturaleza", "así tienen que oponerse también al acto de la reproducción, por cuya razón trataban de suprimirlo mediante el poder milagroso."

También introduce el tema de la bisexualidad originaria del ser humano: "Nosotros ya tenemos el principio femenino en el Hijo, pues Dios el Hijo es el ser suave que perdona y reconcilia, es el sentimiento femenino de Dios."

"El hijo -hablo del hijo natural y humano- es de por si un ser intermedio entre el principio viril del padre y el principio femenino de la madre; es, por decir así, todavía medio hombre y medio mujer; porque no tiene aún la conciencia de la entera independencia que caracteriza al hombre y porque se siente más bien atraído hacia la madre que al padre. El amor del hijo hacia la madre es el primer amor del ser viril hacia el ser femenino. El amor del hombre hacia la mujer, del joven hacia la virgen, recibe su unción religiosa única y verdadera en el amor del hijo hacia la madre. El amor del hijo hacia la madre es el primer anhelo, la primera humillación del hombre delante de la mujer."

Vemos que, luego de hablar del tema de la bisexualidad, se refiere en el párrafo anterior al primer amor objetal del niño, indicando que la vida amorosa del adulto consistirá en un desplazamiento de ese primer amor.

Feuerbach se anticipa a Lacan en la descripción del momento genético fundamental: la constitución del primer esbozo del yo, la fase del espejo. El yo del niño, como consecuencia de su prematuridad biológica, se constituye a partir de la imagen de su semejante. En efecto, el niño percibe, en la imagen del semejante o en su propia imagen especular, una forma en la cual anticipa gozosamente una unidad corporal que objetivamente le falta y se identifica con esta imagen. El niño que se encuentra en un estado de impotencia e incordinación motriz, anticipa imaginariamente la aprehensión y dominio de su unidad corporal. Esta unificación imaginaria se efectúa por identificación con la imagen del semejante como forma total, se ilustra y se actualiza por la experiencia concreta en que el niño percibe su propia imagen en un espejo. La fase del espejo constituirá la matriz y el esbozo de lo que será el yo y se sitúa entre los seis y dieciocho meses de vida.

Veamos lo que explica Feuerbach: "la religión es la conciencia primaria pero indirecta que tiene el hombre de si mismo. Por eso la religión siempre precede a la filosofía, tanto en la historia de la humanidad como en la historia de cada individuo. El hombre busca su esencia primaria fuera de si, antes de encontrarse en sí mismo. La esencia propia le es, en un principio, un objeto que pertenece a otro ser. La religión es la esencia individual de la humanidad; pero el niño ve su esencia como si fuera de otro hombre, el hombre cuando niño, se objetiva como si fuera otro hombre."


Bibliografía

Engels, Federico "Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana", Editorial Polémica: Buenos Aires, 1975.

Ferrater Mora, José "Diccionario de filosofía", Editorial Sudamericana: Buenos Aires, 1965.

Feuerbach, Ludwig "La esencia del cristianismo", Editorial Claridad: Buenos Aires, 1941.
_______________ "La esencia de la religión", Editorial Rosario S.A.: Rosario 1948.

Freud, Sigmund (1912-13) "Tótem y tabú", T XIII, "Obras completas", Amorrortu, Bs. As., 1992.

Grunberger, Béla "El narcisismo" Editorial Trieb: Buenos Aires, 1979.


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